viernes, 28 de marzo de 2014

Por el desarrollo rural: El Parlamento a Garcinarro


Ya habréis oído que en Madrid están hartos. Hartos de que el centro de la capital sea el meollo de toda manifestación. Que el gobierno quiere privatizar la sanidad, se manifiesta la marea blanca; que Wert quiere cargarse la educación pública, allá va la marea verde; la marea violeta no para de salir a las calles de Madrid contra la ley que restringe el derecho de la mujer a decidir sobre su cuerpo; los jueces y fiscales que se manifiestan contra las tasas judiciales; los afectados por las preferentes que corren detrás del coche de Blesa y toman las oficinas Bankia; los indignados, que quieren protestar rodeando el congreso;  hasta la delegación del gobierno que se anticipa a los indignados y la arma cercándolo con miles de antidisturbios y barricadas para que nadie se acerque a quejarse a tan digna institución (y así va la escalada de violencia, de la porra y la pelota de goma, al adoquín). Y todo eso sin contar las misas multitudinarias de Colón que cortan las Castellana y Recoletos, el día del orgullo gay, el día de la juventud católica, las copas del Real Madrid, del Atleti o de la selección española, el día de las fuerzas armadas, los viernes del Jesús de Medinaceli, las compras masivas de navidad o el homenaje a Suarez, que no digo que no sea merecido, pero que también interrumpe la vida de la capital. El caso es que siempre hay algún motivo para cortar la circulación, y no por la contaminación del aire, como ocurrió estos días en París; que en Madrid, cuando los niveles de monóxido de carbono, de dióxido de azufre u otros contaminantes fueron altos, las estaciones de medición se colocaron en los parques, donde el aire es más limpio y se respira mejor.  

Esa misma idea medioambiental con la que Gallardón –en sus tiempos de edil– afirmaba que el hongo de Madrid no era tan nocivo, sirve de inspiración hoy para aliviar a España de sus problemas y a su capital de tanta excitación popular. La alcaldesa de Madrid, el presidente de esa Comunidad y el ministro del interior están pensando en hacer un manifestódromo que no paralice la normalidad de humos y sonidos de claxon del centro de la ciudad. Más ahora que los turistas llegan masivamente en busca de una terraza y una "relaxing cup of cafe con leche". Sin embargo, la medida no parece muy legal. No solo para la abogacía del estado que considera inviable esa propuesta, también incluso para la Cristina Cifuentes ¡Ya ves, sí que tiene que ser ilegal la propuesta! Obviamente, cada uno puede solicitar manifestarse donde quiera y los que quieren quejarse de algo prefieren hacerlo delante de quienes esperan que los escuchen. Por eso, si el gobierno y las instituciones del estado están en la capital, las manifestaciones de protesta serán en la capital.

Viendo toda esta problemática y sabiendo por la que están pasando los pueblos, se me ocurre  una solución mucho más elegante y simple que  puede acabar con los problemas de la ciudad y promover el desarrollo de pueblos como el nuestro, que ve cada día disminuir su población estable. Yo propongo construir, en Garcinarro, el Congreso de los Diputados y de esa manera atraer también a todos los que quieran venir a protestar contra la política del gobierno.

Nuestro pueblo reúne las condiciones para acoger de manera permanente este parlamento, cuyo edificio se podría construir en alguna de las eras de alrededor, proporcionando al pueblo población y trabajo gracias a todos los servicios que ello con lleva. Su traslado de Madrid a Garcinarro no sería muy costoso para el erario público. Dado que la mayoría de los diputados residen fuera de la capital, las dietas serán las mismas en nuestro pueblo que en Madrid; o quizás menos porque en lugar de tener que pagar billetes de Ave o avión se pagarían billetes de tren regional que es mucho más barato. Además, los diputados y las diputadas estarían más cerca de la gente de a pie en un regional que viajando en primera o business. A sus señorías las podemos alojar en las casas rurales de la zona o incluso construir algún hotel rural si fuera necesario. Pueden ir a tomar café al bar de Canario, si bien él tendrá que bajar el precio del café a 80 céntimos para que los señores diputados y las señoras diputadas no vean afectada su economía familiar. Si es necesario un servicio de restauración, quién mejor que Tomás Bállega experto en comidas de grupo de las que ya hemos podido disfrutar todos los garcinarreros.

Las manifestaciones pueden ir desde el apeadero de Vellisca, la estación de Huete o la parada del autobús de Carrascosa hasta la puerta del Parlamento. No hace falta traer policías, los manifestantes no tienen mucho que romper y por mucho chorizo que haya entre los diputados/as, como mucho se van a llevar algún cordero, algún saco de cebada o alguna gallina, que para el precio que tienen, tampoco nos importa mucho.

En definitiva, trasladar instituciones como el congreso a un pueblo como Garcinarro, con todo lo que ello conlleva, sería una solución global tanto para los problemas urbanos como para los rurales.

1 comentario:

  1. Buenas tardes, en primer lugar decirte que he descubierto el blog por casualidad, y la verdad que me he leído todos los artículos que has escrito en una tarde; increíble a cual más interesante y sobre todo sorprendente, un blog sobre Garcinarro y pueblos limítrofes; historia, costumbres.... enhorabuena me has hecho recordar muchas cosas, y aunque no voy todo lo que debería ir a Garcinarro leer estas cosas te hace estar orgulloso, en este caso del pueblo de mi madre y de los buenos momentos vividos allí.

    Permiteme que sea algo irónico; yo no votaría a favor del traslado de la capitalidad a Garcinarro no porque no lo merezca, todo lo contrario, pero no quiero yo imaginarme que corten Barrionuevo, porque el embajador de Pernanbuco tenga que presentar las credenciales al Rey y tiene que pasar por allí en la carroza con la escolta; o que se celebre alguna cumbre y que la plaza quede acordonada por motivos de seguridad.... por ejemplo; no quiero tampoco que Garcinarro se quede así, quiero que evolucione por supuesto y que haya inversiones, pero siempre sin perder esa esencia de pueblo que muchos reniegan de ella, pero es un valor en alza.

    Otra vez mi mas sincera enhorabuena por el blog.

    Francisco Guerrero Martínez

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