García Fernández –conocido como García Navarro por ser de
Navarra– dio nombre al pueblo de Garcinarro a mediados del siglo XII[1]. Sabemos que este lugar estaba habitado desde mucho antes. Por aquí vivieron
celtas, romanos, cristianos en época de visigodos, musulmanes y puede que muchos más;
pero es a partir de la conocida batalla
entre las familias Castro y Lara, que tuvo lugar en 1164, a la vista de este pueblo, cuando Garcinarro empieza a aparecer en los papeles de la historia con
una denominación reconocible y atribuible a esta localidad. En sus orígenes se conocía como 'Garcinavarro' o 'Garcinafarro', luego como 'Garcinaharro' (s XV-XVIII) y
finalmente con su actual grafía, que comenzó a usarse a finales del
siglo XVIII.
Los
historiadores consideraron dos razones por las cuales García Navarro pondría su
nombre a este pueblo. Primero, porque parece ser que fue él quien llevó a cabo
la repoblación de estas tierras con colonos venidos principalmente de Navarra;
y segundo, porque García Navarro tomó parte destacada en la batalla contra los
Lara, liderando el bando de los Castro junto con su primo, Fernando Ruiz de
Castro. Así, en su honor, se daría su nombre al pueblo en cuyo término se
desarrolló la contienda. Cualquiera de los dos motivos, e incluso probablemente
los dos, pudieron ser la razón del nombre de Garcinarro.
García
Navarro debió de nacer cerca de 1115, pues se dice que era un hombre joven en
1128[2]. Su padre era Fernando García el menor, alias 'pellice',
era hermano de otro Fernando García, el mayor, también conocido como señor de
Hita y Uceda. El que dos hermanos tuvieran el mismo nombre era frecuente en la
casa real de navarra[3] y, cuando así ocurría, los distinguían –como
aquí sucede– llamando a uno 'el mayor' y al otro 'el menor'. En este caso,
además, el hijo menor llevaba el apelativo adicional de, 'pellice' –como decía el fraile
de la Orden de Santiago e historiador López Agurleta– "por aver nacido
con mas notorio defecto de legitimidad", o más llanamente por su
condición de bastardo. Antes, en las familias nobles, el padre solía reconocer
a sus hijos ilegítimos (no sé si hacían lo mismo con sus hijas), les daban sus apellidos y se hacían
cargo de ellos. Las madres, sin embargo, solían quedar en un segundo plano y no
transcendía su identidad. Así, se desconoce la identidad de la madre de
Fernando García el menor, la abuela de García Navarro.
Por
otra parte, los genealogistas tampoco se ponen de acuerdo sobre la identidad
del padre que debía ser común a los dos hermanos Fernando García, es decir, al
abuelo y al tío de García Navarro. Según López Agurleta[1], ambos
son hijos del García Sánchez (el llamado rey desheredado de Navarra), que a su
vez era hijo del rey Sancho IV de Navarra, nieto de García Sanchez III de
Navarra y bisnieto del rey de Pamplona, Sancho Garcés III (*c.990-†1035), conocido como Sancho el mayor; de
quien también descienden los reyes de León y Castilla, Fernando II y Alfonso
VIII, entre otros. Así pues, García Navarro sería descendiente de la casa real
navarra y estaría emparentado con los reyes de Castilla y León.
Salazar
Acha[3], sin embargo, propone otra hipótesis genealógica alternativa
sobre la base de unos argumentos –a mi
parecer– muy inconsistentes. Este genealogista parte de una escueta frase de la obra titula
"Rawd al Qirtás" (según la transcripción al castellano), que
escribió el cronista musulmán Ibn Abi Zar hacia 1113, donde (ya traducida
y, en parte, transcrita del árabe) dice:
"Supo
el emir que Iben al zand Garsís, señor de Guadalajara,..."
Según
Salazar Acha, el término "señor de Guadalajara" se refiere a Fernando
García el mayor, señor de Hita; y la transcripción "Iben al Zand
Garsís" significa "el hijo del Conde García". Además, según él, "sería ilógico que
un cronista musulmán llamara hijo de Conde a quien era hijo de rey".
Por tanto sugiere que los Fernando García debían de ser hijos de algún conde
llamado García, y como no encuentra otro Conde García en esa época, nada más que al conde
García Ordoñez, le atribuye a él estos hijos. Por supuesto, Salazar Acha no
considera que un 'rey desheredado' no es realmente rey, ni que un cronista
musulmán puede confundir a un rey desheredado con un conde, ni siquiera duda de
que realmente la trascripción y el significado de lo que inicialmente dijo el
cronista fueran realmente esos que él les da.
En lo
referente a los descendientes de García Navarro, éste tuvo seis hijos, cuatro varones (Álvaro,
Pedro, Fernando y Diego García) y dos mujeres (Juana y Urraca García)[1].
Entre sus hijos destacó Fernando García que fue mayordomo del rey Alfonso IX de
León a finales de 1194 y más tarde, entre 1196 y 1204, mayordomo de doña Berenguela,
hija de Alfonso VIII de Castilla, que estaba casada con el mencionado Alfonso
IX de León[2].
De su
hija Juana García (*1135-†1205), que
es conocida como Juana de Aza, se decía que era mujer muy buena. Fue
beatificada en 1828 y tuvo un hijo llamado Domingo de Guzmán (*1170-†1221) que Fundó la Orden de los
Predicadores, más conocidos como los Dominicos. Domingo de Guzmán fue hecho
santo y su hermano, Manés de Guzmán, beato como su madre[2].
Según
López Agurleta, la familia de los Navarros (considerados desde Fernando García
el menor, sus hijos y los hijos de éstos) se extendieron y poblaron en
diferentes lugares desde tierras de Osma y Castro Roda, por riberas del Duero,
hasta Santander, e intervinieron en los acontecimientos bélicos más importantes
que se dieron a lo largo del siglo XII, en las fronteras con moros en diversos
lugares de las provincias de Toledo, Guadalajara y Cuenca; si bien, los
cronistas de la época no hicieron mucha mención de ellos en sus relatos épicos.
Con respecto a García Navarro, tampoco aparece mencionado en privilegios reales,
a pesar de la celebridad que debió de tener en su tiempo.
Una de
las causas que se baraja de no haber confirmado en privilegios reales pudo
haber sido debido a su padre, don Fernando García pellice, que dejo de contar
con la gracia del rey hacia el año 1126, cuando murió la reina doña Urraca,
quién, hasta entonces, había hecho algunas donaciones a los hermanos Fernando
García y que luego revocaría el rey. Tampoco es descartable que la
falta de reconocimiento de García Navarro fuera por haber seguido en sus años
jóvenes al Conde don Rodrigo, el franco, que se opuso al rey de Castilla y
León, Alfonso VII el emperador. Dado que los privilegios reales los concede y
los suprime el rey, y que los cronicones históricos de la época se escribían
para agrandar y maquillar el buen nombre de los monarcas, e ignorar o
desprestigiar a sus adversarios[4], no es raro el silencio habido en
torno a la figura de García Navarro hasta la batalla de 1164.
Después
de esa batalla, García Navarro quedó viudo, tomó el hábito de la Orden de san
Juan y marchó a vivir a Uclés, que perteneció a esa Orden hasta que en el año
1174 fue donada por Alfonso VIII a la Orden de Santiago. Estas Órdenes,
medio militares medio religiosas, tenían como finalidad salvaguardar la
frontera con los moros que, por entonces, todavía estaban en Cuenca. A las Órdenes de san Juan y Santiago pertenecieron numerosos miembros de la familia Navarro y donaron numerosas posesiones.
El primer maestre de la Orden de Santiago en Uclés fue Pedro Fernández, primo
hermano de García Navarro, que repobló en aquel territorio el pueblo que hoy se
conoce como Fuentes de Pedro Naharro.
De
García Navarro sabemos que aún vivía en el año 1183, según unas escrituras en las que
él mismo figuraba. Y, por cierto, no tenemos noticias de que haya muerto. Lo
que si sabemos es que Garcinarro sigue vivo y que el próximo año cumplirá 850
años desde que lleva este nombre. Siendo un aniversario tan redondo, ¡Habría que celebrarlo!
Referencias
[3]
Salazar Acha, J. 1991. El linaje castellano de Castro en el siglo XII:
Consideraciones e hipótesis sobre su origen. Anales de la Real Academia
Matritense de Heráldica 1:33-68.
[4]
Escalona Monje, J. 2004. Misericordia regia, es decir, negociemos. Alfonso VII
y los Lara en la Chronica adefonsi imperatoris. Pp 101-152, en: Lucha
Política: condena y legitimación en la España medieval (Coord.: I. Alfonso, J.
Escalona y G. Martin). Ens Editions. Lyon.
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