Tras la
batalla de Garcinarro entre los
Lara y los Castro, allá por el siglo XII, nació una leyenda que se extendió por estos lares durante
siglos, que hablaba de fenómenos que se podrían interpretar como
sobrenaturales, que ocurrieron en el campo de batalla cuando ésta terminó. Hoy
en día, conocemos la leyenda gracias al relato de Florián Ocampo que recoge en
su Crónica de España, publicada casi
cuatro siglos después de aquella contienda. El relato, obviamente, estaba escrito en el castellano de la época; que, a mi entender, viene a decir algo así:
Texto
original de Florian de Ocampo (1541) Crónica de España. 4ªParte. fol 384. |
«...el
conde fue muerto y los suyos vencidos y desorganizados. Gran maravilla sucedió
en aquel lugar o de esta lid, que antes decían que era campo muy llano y
despejado, pero desde aquel día en que
sucedió aquella batalla en adelante, dicen los que son naturales de allí y
oyeron a los que antes que ellos lo fueron, que después de aquella hora
comenzaron a descubrirse peñascos tan ásperos y tan espesos como perdernales. Tal
lugar es ahora tan trabado, que no hay hombre en el mundo que de paso pudiese
salir sin ningún peligro del caballo, ni aún hombre a pie que se atreviese a
correr por ninguna guisa; y dicen más, que en el lugar donde hubo mayor
mortalidad nacieron más espesos los peñascos, que quiere decir, que como la
distancia entre ellos fuese lejos o cerca, la muerte de hombres fue grande o
pequeña; que bien así nacieron las peñas, según las espesuras de los muertos.»
Sin duda, la descripción del lugar hace referencia al paraje que nosotros llamamos "Los Borrucales" en nuestro dialecto
alcarreño, y que el Instituto Geográfico Nacional —que también vela por el castellano
oficial— llama "Los Berrocales"
en las últimas ediciones de sus mapas topográficos.
Como consecuencia de la leyenda
transmitida por Florián Ocampo, se pensó que la batalla entre Laras y Castros
ocurrió en ese lugar. Hay varios motivos para pensar que no fue exactamente
allí, pues según otras crónicas la batalla se dio a la vista de Garcinarro;
pero eso es otra historia que no puede ensombrecer esta fascinante leyenda. No menos encantador
es el lugar, donde un día —como dice Ocampo— nacieron las peñas; aunque
no fuera según las espesuras de los
muertos, ni después de aquella hora.
La
formación de los Borrucales
Aquí, Los Borrucales hace referencia a un lugar que se extiende entre los
términos de Mazarulleque y Huete, donde existe un conjunto de rocas calcáreas de
singular forma y tamaño. Éste es un tipo de roca sedimentaria, llamada
travertino, que se forma por la precipitación del carbonato cálcico que resulta de un
proceso químico después de la disolución de calizas en agua. El proceso de formación
es similar al de estalactitas y estalagmitas; pero en el caso de los
travertinos, el agua cargada de iones carbonato (HCO3-)
e iones calcio (Ca2+) pierde CO2 cuando aflora a la superficie o atraviesa sedimentos con alta actividad vegetal, de modo que queda carbonato cálcico (CaCO3), que precipita y comienza a depositarse sobre materiales del suelo (musgos, tallos, raíces de plantas, o restos de éstas) que hacen de molde y dan lugar a rocas porosas con formas muy diversas, dependiendo del material de soporte inicial.
e iones calcio (Ca2+) pierde CO2 cuando aflora a la superficie o atraviesa sedimentos con alta actividad vegetal, de modo que queda carbonato cálcico (CaCO3), que precipita y comienza a depositarse sobre materiales del suelo (musgos, tallos, raíces de plantas, o restos de éstas) que hacen de molde y dan lugar a rocas porosas con formas muy diversas, dependiendo del material de soporte inicial.
Estas rocas no se
formaron en tan poco tiempo como dice la leyenda, ni siquiera en ese periodo. Su
formación tuvo que ser cuando en ese estrato del suelo, donde ahora se observan, hubo un
afloramiento de agua o estuviera cubierto por alguna laguna en proceso de
desecación.
Asplenium ceterach |
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