Don Ramón de la Cruz (*1731–†1794)
era un prolífico dramaturgo muy popular en su época. Aparte de comedias y
zarzuelas, escribió numerosos sainetes, piezas cómicas de corta duración que se
representaban en el intermedio o al final de otras funciones de mayor extensión.
Una de estas obras llevaba por título "El novelero". Trataba de un
personaje, Don Pascasio, que poseía una importante heredad en Garcinarro. Él vivía en Madrid y tenía su cabeza inmersa en muchos otros asuntos ajenos, que
le hacían despreocuparse de su hacienda y de su propia familia. Un día, su
mayordomo, Juan Benito vino a verlo desde Garcinarro con muy malas noticias:
JUAN.– Buenos días,
señor amo.
D. PASCASIO.– Buenos días,
Juan Benito, ¿qué traes aquí?
JUAN.– Poco y malo.
D. PASCASIO.– Dilo.
JUAN.– Que unos
picarones pusieron fuego a los campos de su merced: cien colmenas, mil olivos
le abrasaron, y la casa; once mil pesos han dicho que importa el daño.
JULIO.– ¡Caramba!
D. PASCASIO.– Y ¿qué novedades te dejas en Garcinarro? ¿Casó
con el Andaluz la hija del Boticario por fin?
JUAN.– No señor.
D. PASCASIO.– ¿Por qué?
¿ella dio que decir algo? la verdad , siéntate y dilo, que los tres solos
estamos.
JUAN.– Dicen...
D. PASCASIO.–. Ahora que
me acuerdo, me escriben que ha abandonado toda su hacienda el Usía por andarse
a picos pardos, y de feria en feria.
JUAN.– Es cierto.
D. PASCASIO.– ¡Se dará tal perdulario! ¿qué mas hay
de nuevo?
JUAN.– ¿Es poco que
usted haya perdió el mayorazgo de la Alcarria?
D. PASCASIO.– Ya hablaremos: ves allá dentro a contarlo.
Juan Benito se va murmurando.
JUAN.– O yo no supe
decirlo, o está este señor borracho.
Esto es un fragmento. La obra
completa, de unas ocho páginas impresas, se puede descargar de la web de la
Biblioteca Nacional[1]. El manuscrito original data de 1781 y se
encuentra en la Biblioteca Histórica Municipal de Madrid.
Los personajes de Garcinarro que
se nombran, como la hija del boticario o el Usía, parecen gente poco corriente,
de costumbres licenciosas y eso me hace pensar que Don Ramón de la Cruz se
equivocó de pueblo; pues aquí, la gente siempre ha sido decente y de intachable
moralidad. ¡Ya se había encargado durante siglos el santo oficio![2,3]
El caso es que ... siendo su madre natural de Gascueña[4], es
posible que este jodío dramaturgo (¡sátiro al fin y al cabo!) conociera bien nuestro
pueblo.
Referencias:
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