domingo, 1 de junio de 2014

Los fósiles de Valquemado y Cabeza Rubia

Hemimandíbula de Protapirus cetinensis del yacimiento de Valquemado

Entre la Serranía de Cuenca y la Sierra de Altomira se extiende una depresión orográfica rellena de sedimentos terciarios, denominada Depresión Intermedia o Cuenca de Loranca, donde se halla un importante patrimonio paleontológico tanto por el número de yacimientos como por la variedad de especies encontradas [1]. Entre estos yacimientos está el de Valquemado y el de la Cabeza Rubia, pero no podemos dejar de mencionar el del Cerro Arenoso (Carrascosa), Retama (Loranca), y otros muchos en Huete, Moncalvillo, etc.

El yacimiento de Valquemado fue estudiado en la segunda mitad de los 80 y principios de los 90 por un equipo de investigadores  dirigidos por los Drs. Jorge Morales y Dolores Soria del Museo Nacional de Ciencias Naturales (CSIC), con la colaboración del Dr. Leonard Ginsburg del Museum Nationale d’Histoire Naturelle de París. Los fósiles hallados tienen una edad de unos 24,5 millones de años; fueron localizados en arcillas marrones y grises mezclados con concreciones calcáreas y cristales de yesos. En general, los huesos están mal conservados, pero se han encontrado cráneos, dientes y restos óseos que han podido ser identificados [1]. Entre los mamíferos encontrados destaca una especie de tapir, Protapirus cenitensis, que fue descrita en 1986 sobre la base de unos pocos restos dentales encontrados en Cetina de Aragón y Valquemado [2]; Este hallazgo supuso la primera referencia de la existencia de tapires del Mioceno inferior en la península Ibérica. Además, las excavaciones del verano de 1987 de Valquemado proporcionaron los primeros elementos óseos postcraneales de ese tapírido [3].

Reconstrucción de Protaceraterium minutum 

También aparecieron restos de una especie de rinoceronte Protaceraterium minutum. El género Protaceraterium es considerado como el antecesor de los rinocerontes actuales, si bien Protaceraterium minutum dependería más de su agilidad que de su fortaleza para escapar de sus depredadores; pues, aparte de ser un animal más bien pequeño (del tamaño de un cerdo grande), carecía del característico cuerno de los rinocerontes de hoy en día.

En Valquemado se encontraron pangolines, que son mamíferos con el cuerpo cubierto de escamas; cuatro especies de artiodáctilos, entre los que destaca la presencia de antiguos rumiantes de tipo "jirafoide" [1]; tres especies de carnívoros, entre los que se pudo identificar uno perteneciente a la familia Amphicyonidae, los llamados perros-oso; unos animales extintos que, a pesar de su nombre, no eran ni perros ni osos; caminaban como osos modernos, apoyando la planta del pie y moviendo alternativamente las dos patas derechas y las dos izquierdas juntas. Además eran abundantes los cocodrilos y existían tortugas gigantes.

Con respecto a los vegetales, se describió una planta fósil a la que llamaron Genistoxylon dorycnioides. Se trataba de un arbusto o un pequeño árbol, de madera similar a algunos arbustos actuales de las   familias Leguminosae o Papilionaceae de regiones mediterraneas y subtropicales [4]. También se encontraron restos (girogonitos) de una especie de alga llamada Chara notata [5].

El yacimiento de la Cabeza Rubia fue estudiado por el Dr. Remmert Daams dentro de un proyecto para estudiar los micromamíferos del Mioceno. Allí se encontraron cuatro especies de lirones (Peridyromys murinus, Pseudodryomys ibericus, Pseudodryomys simplicídens y Praearmantomys crusafonti), una especie de ardilla (Heteroxerus rubricati), una especie de lemming (Eucricetodon sp.) y otro roedor (Ritteneria mancadel que no quedan especies próximamente emparentas. Los fósiles que aquí se encontraron vivieron hace unos 21 millones de años [6].


El clima de Valquemado hace 24 m.a.

El hecho de que Valquemado albergara especies típicamente tropicales como los pangolines o los tapires, así como la abundancia de cocodrilos que se han encontrado, hace pensar que su clima fue cálido y húmedo. Sin embargo, la relativa frecuencia de rumiantes o del rinoceronte ágil y corredor, aparentemente adaptado a moverse en espacios abiertos, parece indicar la existencia de un paisaje de sabana o pradera, donde podría haber una parte húmeda (lago o río) con abundante vegetación [4]. 


Referencias

[1] Morales, J. et al. (1999). Vertebrados continentales del terciario de la cuenca de Loranca (provincia de Cuenca). En: La huella del pasado: Fósiles de Castilla-La Mancha. (Eds. Aguirre, E. y Rábano, I., pp. 237-260. Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, Toledo.
[2] Cerdeño, E. y Morales, J. (1986). Los tapires del Mioceno inferior de España. Paleontologia i Evolució 20: 125-128.
[3] Cerdeño, E. (1988). Primeros datos sobre el esqueleto postcraneal de Protapirus cetinensis (Tapiridae). Geogaceta 5:21-24.
[4] Privé-Gill, C., Azanza, B., Morales, J., Gill, G.A. y Lemoine, M., 1993. Early Miocene silicified wood and associated fauna from the Cuenca Province, Spain-Genistoxylon dorycnioides n. sp. (Leguminosae-Papilionaceae). Review of Palaeobotany and Palynology 78: 395-402.
[5] Julia de Agar, J.J. (1991) Contribución al estudio de carófitos fósiles de la cuenca Terciaria de Loranca (provincia de Cuenca, España). Coloquios de Paleontología 43: 57-78.
[6] Daams, R., Álvarez Sierra, M. A., Meulen, A. J. van der y Peláez-Campomanes, P. (1996). Paleoecology and Paleoclimatology of micromammal faunas from Upper Oligocene-Lower Miocene sediments in the Loranca Basin, Province of Cuenca, Spain. En: Tertiary Basins of Spain: the stratigraphic record of crustal kinematics. (Eds. P. F. Friend y C. Dabrio) pp 295-299. Cambridge University Press.

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