Hasta finales de la década de los años 1970, las principales fiestas celebradas en Garcinarro se hacían en honor a su patrón, San Isidro. El Día de Cuenca, en su portada del 23 de mayo de 1922, publica una extensa crónica de las mismas escrita por don Isidro Frías:
Las fiestas de Garcinarro
Como le ofrecí, querido
director, a nuestra vista en esa capital, tengo el gusto de acompañarle unas
cuartillas, dándole cuenta de los festejos con que este pueblo ha querido
honrar a su Santo patrón San Isidro Labrador durante los días 14, 15, 16 y 17
del corriente, con motivo de celebrarse su centenario.
El
día 14, a las dos de la tarde hizo su entrada la banda municipal de Barajas
de Melo, que con tanto acierto dirige el inteligente músico señor Benito, la
que después de ejecutar en la Plaza de la Iglesia algunas piezas de su
repertorio, pasó al templo acompañando al órgano en las solemnes vísperas que
fueron cantadas.
Una
vez terminadas, se sirvió a los individuos que constituyen la orquesta un
pequeño refrigerio procediéndose incontinente al alojamiento de los que la
integran.
A las
ocho y media de la noche se constituyó en la referida Plaza de la Iglesia y a
los preludios del paso doble de las Corsarias, magistralmente interpretado,
se dio fuego a la pila de leña preparada al efecto en el centro de la Plaza,
elevándose al espacio innumerables cohetes, hasta la una de la madrugada en
que se dio fin al concierto y baile que estuvo concurridísimo.
A las
seis de la mañana del día 15 y a los acordes de una alegre diana, fue
recorrida la población por la expresada
banda, despertando a los perezosos que la noche anterior permanecieron
escuchando las piezas del numeroso y variado repertorio que ejecutaron con
acabada maestría.
A las
diez de la mañana, dio principio la misa mayor que oficiaron los virtuosos
sacerdotes señores don Gorgonio García Bello, párroco de Mazarulleque, don
Leonardo Solera Valiente, párroco de Jabalera y don Prudencio Ruiz García,
auxiliar de esta Parroquia; ocupando la cátedra del Espiritu Santo, el
elocuente orador sagrado señor Ruiz García, el que con brillantez y fluidez
de palabra en él habitual, hizo el panegírico del santo, exponiendo a la vez
con persuasiva voz, las bellezas de la humildad y de la caridad cristiana que
tanto resplandecieron en San Isidro y lo indispensable que es en los
calamitosos tiempos que atravesamos, llevarlas al terreno de la práctica,
haciendo la definición de una y otra con la convicción propia del que siente
ambas virtudes; terminando con una exhortación al Santo para que las inculque
entre el numeroso auditorio que extasiados le escuchábamos.
La
solemnidad de la misa fue mayor que en años anteriores por la cir-cunstancia
de acompañar la orquesta al órgano, dándonos la sensación de hallarnos en una
Catedral.
A las
cuatro de la tarde y a los acordes de la marcha Real, salió el Santo en
procesión, recorriendo las principales calles de la población y al llegar
nuevamente a la puerta del templo y bajo el monumental arco de foliaje cons-
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truido al efecto
en la Plaza, la orquesta preludió la marcha Real hasta que la imagen quedó
instalada en su altar.
Terminada
la procesión, se instaló la banda en uno de los extremos de la Plaza de la
Iglesia en unión de la tradicional dulzaina y tambor y alternativamente nos
fueron ofreciendo un repertorio entregándose los jóvenes, y muchas de las
personas provectas en los brazos de Terpsícore hasta las siete y media que
con la dulzaina y tambor se comenzó el acostumbrado galopeo.
Después
de la cena, o sea a las veintiuna horas, dio principio el concierto que
continuó hasta la una de la madrugada; como las obras elegidas por la banda
eran todas bailables, excuso decir a usted cuánto disfrutaron las parejas que
se dieron a este que pudiéramos llamar "sport" por el trabajo que
representa.
El
día 16 continuaron las fiestas en igual forma que el anterior y como el culto
Abogado y opulento propietario D. Juan Pedro Martínez Fuente Alcázar se diera
cuenta de que el pueblo soberano se encontraba en condiciones de seguir
disfrutando los placeres que la banda le brindaba, entendióse con el director
de la misma y de su peculio particular satisfizo al señor Benito la cantidad
correspondiente al día 17 que se solemnizó como los anteriores, y como quiera
que los refrescos con que fueron obsequiados los músicos los expresados días,
corrieron a cargo del precitado señor, el de este lo verificó a su vez el
Secretario del Ayuntamiento en atención a celebrarse su fiesta onomástica.
Este
pueblo ha quedado altamente satisfecho del trabajo de la banda y muy
especialmente de su director Benito, tanto por su condescendencia atendiendo
a cuantas indicaciones se le hacían, cuanto por el acierto con que dirigió en
todas las ocasiones que actuó; y tanto es así, que la mañana del día de hoy
en que se reintegró a Barajas de Melo, salió casi todo el vecindario a
despedirla, testimoniándoles el sentimiento que les producía su ausencia, al
par que la fruición que su estancia entre nosotros les había proporcionado.
Entre
los individuos que constituyen la banda se destacó uno de ellos llamado
Alejo, que por sus condiciones de carácter y jocosidad. produjo múltiples
ocasiones la hilaridad de la concurrencia.
Por
no incurrir en omisiones, que si no molestan llaman la atención de los
omitidos. dejo de citar las numerosas personas que de los pueblos inmediatos
nos honraron con su presencia, así como las de este vecindario, pero no
quiero cerrar esta crónica sin expresar el sentimiento que produjo en la casi
totalidad de los concurrentes el que no se hallasen entre nosotros las
bellísimas señoritas de la localidad Filomena M. Fuente Alcázar, Irene Ruiz
que se encuentran en un colegio Matritense.
Dándole
las gracias, señor director, por la inserción de estas mal pergeñadas líneas,
tiene el gusto de testimoniarle una vez más, las seguridades de su afecto y
personal consideración, su más atento s. s., q. e. s. m., Isidro Frías.
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Isidro Frías fue secretario del ayuntamiento de Garcinarro y vocal de la Asamblea Provincial de Secretarios de Cuenca hasta su muerte en 1924, según recoge una nota necrológica de 18 de marzo de ese mismo año en el periódico El Día de Cuenca.
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