Garcinarro
es un pueblo de la alcarria conquense que, aprovechando el vallejo del pequeño
arroyo de "Las Minillas", se asienta sobre éste para esconderse en
medio de un rosario de rocas de areniscas, las cuales debieron de ser parte de
una gran playa fluvial a orillas de un gran río, allá por el cretácico superior. Eso es, más o
menos, en el 5º día de la creación.
Las arenas se compactaron y llegaron a ser
peñas que han sido testigos del paso de generaciones de diferentes pueblos,
unos prehistóricos y otros no tanto, aunque pudieran parecerlo. Éstos horadaron
las rocas con diferentes propuestas y maneras. Los más primitivos escavaron
refugios y tumbas. Para los romanos fue lugar de paso entre Segóbriga y
Ercávica. En la reconquista valió de cobijo a moros y cristianos, cuando las
fronteras andaban tan pronto acá como allá. Ya en el siglo XVI se usó como
cantera para la construcción de la iglesia parroquial. Más recientemente, estas
areniscas han sido el soporte de grabaciones de los nombres y corazones de
quienes por allí pasaron enamorados y/o haciendo el asno.
Afortunadamente, ese ansia de labrar las piedras ha quedado relegada
recientemente gracias a la aparición de 'Facebook', 'Tuenti' o 'WhatsApp'.
Estos medios han facilitado la divulgación de nuestra existencia, la de
nuestros amores y la de nuestros amigos, con índices de difusión jamás
imaginados por quienes pasamos la infancia y la pubertad raspando peñascos.
Areniscas aparte, los tratados de historia
han ignorado a esta comarca y a este pueblo en gran medida, dejando pocas
referencias escritas de lo que en él ha acaecido. Nuestros conocimientos sobre
los acontecimientos históricos del lugar nos han llegado envueltos en el
bibliobús, que aparcaba cada mes en la plaza del pueblo, a la sombra de la
olma, mientras ésta existió. En los cuarenta años de biblioteca móvil, Migue y su avidez lectora no han dejado de escarbar cada uno de
los estantes del autobús y de leer y releer los libros que allí se prestaban;
desde un clásico mundialmente conocido como 'Titín: objetivo la luna'
hasta 'Tres devociones en una' del ya fallecido párroco local D. Jesús
Pinar Ramos. He de reconocer que la mayor parte de vecinos no hemos sido socios
tan asiduos del bibliobús como Migue; pero él nos ha ido culturizando a todos
los garcinarreros con sus pláticas. Nuestra sabiduría se ha fraguado en las
jodías noches invernales alcarreñas, que hacían que buena parte del pueblo
buscara cobijo en el bar de Juan Pablo o en el teleclub, entre la barra y la
estufa de leña. Entre birras o cubatas -como si de una universidad
se tratara- Migue ha ido destilando sus conocimientos de la historia de esta
localidad, mezclando con juegos de naipes y chascarrillos que hacían aún más
amenas las veladas. El cierre de estos bares supuso un serio revés para la
cultura y educación de éste pueblo y aunque nuevos bares se abrieron, éstos
nunca han llegado a ser lo mismo; ¡será que evolucionamos!
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