Garcinarro tenía 197 vecinos en 1751[1].
El término 'vecino' se refería al titular de la hoja censal o al cabeza de
familia; así era un reflejo del número de unidades familiares más que de
habitantes. Asumiendo un promedio de unas 4 personas por familia, el número de
habitantes resultaría ser de alrededor de los 800.
Había
187 casas habitables, además de dos inhabitables y 10 en ruinas, que eran insuficientes
para los 197 vecinos (familias). Había 20 familias pobres de solemnidad que seguramente
serían quienes carecían de una vivienda digna.
El
78% de las familias dependía del sector primario; es decir, trabajaban en la
agricultura o en la ganadería (Fig. 1). Había unos 72 labradores, con tierras
propias, y 66 jornaleros que trabajaban la tierra de otros, además de nueve
pastores[2].
El
sector secundario de producción (10%) lo componían los artesanos. Había un
carretero, un herrero, tres sastres, tres tejedores, dos
albañiles, un dorador y un tallista, además de sus ayudantes, peones y
aprendices (Tabla 1). Algunos de éstos no tenían trabajo todo el año. Los albañiles
trabajaban unos seis meses al año, los sastres y tejedores unos 200 días, el dorador unos 180 días y del tallista tan
sólo se dice que trabajaba poco, imagino que no era porque fuera vago, sino porque
no había más trabajo para él.
Algunos
de los artesanos tenían gran prestigio. Hacía 1745, el garcinarrero Francisco
Rodríguez de Mendoza doró el retablo mayor de la iglesia de Villares del Saz y,
también en ese pueblo, realizó la imagen de Sta Eulalia, que sería destruida
durante la guerra civil[3]. Algunos años más tarde de la realización
del catastro de Ensenada, otro artesano nacido en Garcinarro, José Ibáñez,
obtuvo el título de maestro platero en la escuela de San Eloy de Madrid [4],
donde continuó trabajando.
También
se recolectaba y trabajaba el esparto, una planta que abundaba en el término, con
la que se hacía la pleita, que son tiras de esparto trenzado que se cosen unas
con otras para hacer diferentes elementos como esteras, cenachos, aguaderas,
etc. La fabricación de la pleita probablemente
proporcionaba unas rentas totales en el pueblo de unos 3.000 reales, a lo que
habría que sumar otros 1.000 rs. por la venta fuera del pueblo. Probablemente
era un trabajo marginal al que se dedicaba la gente en ciertas épocas del año,
si no había otra ocupación.
El
sector terciario, de servicios, suponía en 12% incluyendo tenderos, taberneros,
mesoneros, religiosos y otros oficios como médico, cirujano, albéitar
(veterinario), maestro, etc. Había dos mesones. El de más clientela pertenecía
Christoval Román y el otro a Alphonsa López. También había una taberna, una
tienda donde se vendía aceite y pescado, una carnicería que regentaba Lucas de
la Cámara. La carnicería y dos hornos, donde la gente del pueblo podía cocer su
propio pan, pertenecían al Concejo (Ayuntamiento). Uno de los negocios más
prósperos parece ser que era la mercería, donde vendían, hilos, bayetas,
lienzos, algunos paños y telas de sedas; y a temporadas el mercero iba a vender
por otros lugares. La botica, sin embargo, sufría de los mismo males que hoy en
día; puesto que la gente se iba a comprar medicinas a Huete, lo que hacía que los
ingresos del boticario se resintieran bastante. Aún así, ganaba más que el
maestro y muchísimo más que el preceptor de gramática, un bachiller o
licenciado que enseñaba a los chavales las primeras letras, al que apenas le
daban trabajo (Tabla 1).
Referencias:
[2] Vicente Legazpi, M.L. 1997. La
ganadería de la provincia de Cuenca en el siglo XVIII. Tesis doctoral,
Universidad Autónoma de Madrid.
[3] www.villaresdelsaz.260mb.com/Homenaje/Iglesia/iglesia.html
[4] Cruz Valdovinos, J.M. 2012. Plateros
aprobados e incorporados al Colegio de San Eloy de Madrid (1 de enero de 1808).
En: Estudios de platería, San Eloy 2012 (Rivas Carmona, J., Coord.). Pp 161-176. Universidad
de Murcia, Servicio de Publicaciones. Murcia.
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